Mayor riesgo para los pilotos tras la vacunación
Fuente: De Andere Krant
Autor: Toine de Graaf
Traducción: FP para OVALmedia
«Empeora la seguridad aérea europea», titulaba el programa de televisión Zembla en su página web a mediados de octubre. La razón: los pilotos de líneas aéreas siguen trabajando a pesar de la enfermedad o la fatiga. Y esto, a su vez, se debería en parte a «contratos de trabajo atípicos, como el falso autoempleo y los contratos de cero horas». Lo más obvio no se menciona en todo el artículo: la vacunación covidiana. Aunque esto sí parece afectar a la aviación civil. Y tiene sentido, ya que los pilotos comerciales corren más riesgos tras la vacunación.
Según sus propias palabras, el programa de televisión Zembla practica un «periodismo de investigación independiente». ¿Hasta qué punto es independiente cuando los periodistas hacen la vista gorda de antemano ante un aspecto flagrante de la realidad cotidiana? Los redactores de Zembla informaron el 12 de octubre de que habían conseguido hacerse con un estudio inédito de la Universidad Karolinska de Suecia. Para ese estudio se entrevistó a diez mil pilotos, co-pilotos y auxiliares de vuelo. Un tercio de ellos afirmó que la aviación europea se ha vuelto más insegura «en los últimos años» debido a los problemas de salud de los pilotos comerciales. Y esto, a su vez, „estaría relacionado con el empeoramiento de su situación legal, que les obliga a seguir trabajando, incluso cuando en realidad no pueden hacerlo. Se desconoce el posible origen de los problemas de salud“.
El sector de la aviación ha tenido su buena ración de problemas en los últimos años: el covid-19 y, por extensión, las vacunaciones más o menos impuestas. Éstas a veces iban acompañadas de graves efectos secundarios, también en pilotos comerciales. O mejor: especialmente en pilotos, debido a la acumulación de factores de riesgo. Un problema de salud grave es a menudo el resultado lógico de una suma: cuando se reúnen suficientes factores de riesgo, se manifiesta una afección. Los problemas de coagulación en los vasos sanguíneos son un ejemplo. Los que tienen vasos sanos, no tienen cargas genéticas y siguen un buen estilo de vida pueden recibir normalmente una sola vacuna anticoagulante. Ese único pinchazo no te lleva «al límite».
Pero esto ya cambia con una cierta predisposición genética. Por ejemplo, una persona con «trombofilia de factor V Leiden» tiene un mayor riesgo de trombosis.1 Esto se debe a una variante hereditaria en un gen de la coagulación de la sangre, descubierto en Leiden. Como consecuencia, una persona puede sufrir coágulos sanguíneos con más frecuencia de lo normal. Cuando éstos obstruyen un vaso sanguíneo, se habla de trombosis. Pero hay más factores de riesgo: edad avanzada, uso de la píldora anticonceptiva, embarazo, tabaquismo, intervenciones quirúrgicas con anestesia general, poco ejercicio, obesidad e inmovilidad prolongada de brazo/pierna debido a escayolas, por ejemplo.
Volar es también un factor de riesgo reconocido de trombosis: debido a la baja presión del aire en la cabina de un avión, la sangre tiende a coagularse antes. Por tanto, un piloto comercial que ya presente algunos de los factores de riesgo que acabamos de mencionar tiene más probabilidades de acabar en la zona de peligro debido a su profesión. Un factor adicional que provoque (micro)coágulos puede llevarlo al límite. Por ejemplo, una inyección covidiana. Actualmente existen pruebas científicas suficientes de que esas vacunas pueden contribuir a la formación de coágulos.
Uno de los primeros médicos en dar la voz de alarma fue el canadiense Charles Hoffe. En julio de 2021, este médico generalista de Lytton (Columbia Británica) relató sus descubrimientos en una entrevista con Laura Lynn Tyler Thompson.2 Sometió a sus pacientes a una prueba denominada «dímero D» entre cuatro y siete días después de una inyección de ARNm (Moderna o Pfizer). La cantidad de dímero D en la sangre suele ser muy baja, excepto cuando se rompe un coágulo de sangre en el momento de la prueba. Hoffe detectó niveles elevados de dímero D en el 62% de los vacunados, lo que indicaba la formación reciente de un coágulo. Según Hoffe, se trataba de coágulos microscópicos, que no se ven en las tomografías computarizadas ni en las resonancias magnéticas.
Hoffe explicó en la misma entrevista que sólo una parte de una vacuna de ARNm permanece en el brazo inyectado. El resto acaba en la circulación sanguínea a través del sistema linfático. Y allí, el contenido de la vacuna desencadena la producción de proteínas de espiga, las protuberancias características del coronavirus. Los paquetes de ARN mensajero son captados por los capilares sanguíneos, convirtiendo el sistema de vasos sanguíneos en una «fábrica de proteínas de espiga» sin adulterar. Estas proteínas pasan así a formar parte del revestimiento interno de los vasos sanguíneos. El organismo reconoce las proteínas de espiga como «extrañas» y fabrica anticuerpos contra ellas. Los glóbulos blancos (linfocitos) y los anticuerpos que llegan a las proteínas en espiga atraen entonces a las plaquetas, formando microcoágulos. Según el médico canadiense, estos pequeños coágulos pueden causar daños permanentes en el cerebro, la médula espinal, el corazón y los pulmones. Hoffe advirtió además que cada vacunación posterior aumenta aún más los riesgos.
Estos mismos picos de proteínas también pueden generar estrés oxidativo en todo el organismo. Aquí, las moléculas de oxígeno, o «radicales libres», desempeñan un papel crucial. Cuando el organismo produce demasiados radicales libres, hablamos de estrés oxidativo. Y esto aumenta el riesgo de inflamación. Un ejemplo es la miocarditis (inflamación del músculo cardíaco), un efecto secundario reconocido de la vacunación con ARNm. Los pilotos de líneas aéreas pueden ser más susceptibles de padecerla, debido a un factor de riesgo adicional especial: su mayor exposición a la radiación cósmica. La dosis de radiación durante un vuelo a una altitud de 6 a 12 km puede ser hasta 100 veces mayor que a nivel del mar. La radiación cósmica puede tener un efecto directo en el organismo, a través de cambios en el ADN («mutaciones del ADN»). Los efectos indirectos se producen por un aumento de los radicales libres. En resumen: por un aumento del estrés oxidativo. Así que esto viene después de la vacunación, además del estrés oxidativo ya generado por las proteínas inyectadas.
El médico estadounidense Thomas Levy utiliza el término «síndromes de pico proteico» para referirse a los efectos secundarios graves. Entre ellos figuran problemas cardíacos (insuficiencia cardíaca, infarto de miocardio o miocarditis), problemas de tensión arterial y efectos trombóticos. Por tanto, un piloto de avión que, instado por su empresa, se vacune varias veces puede estar jugando a la ruleta rusa con su propia salud y con la de los demás. Por supuesto, si el incentivo es de naturaleza económica, aún más. Por ejemplo, en agosto de 2023, el sitio web del periodista crítico alemán Boris Reitschuster informó de que los pilotos de United Airlines podían recibir una bonificación de casi 3.600 dólares si se vacunaban «voluntariamente» contra la corona. En concreto, se ofrecían créditos por 13 horas de vuelo, y los que más ganaban se embolsaban 352 dólares por hora. Por cierto, el mismo artículo alemán citaba cinco incidentes médicos de pilotos comerciales, tres de ellos mortales, ocurridos entre el 7 y el 16 de agosto. Por desgracia, estos incidentes no son aislados. En nuestro país [Holanda, N.d.T.] también hay varios pilotos comerciales que experimentaron graves efectos secundarios tras la vacunación y fueron rechazados a consecuencia de ello.
Puede que sea bastante difícil para los periodistas de investigación holandeses descubrir una investigación sueca inédita sobre el deterioro de la seguridad de la aviación civil, como consiguió hacer Zembla, pero no hay duda de que es pan comido buscar en Google una lista de incidentes médicos de pilotos de líneas aéreas que pueden estar relacionados con las vacunas covidianas. Esta es una lista (por lo demás incompleta) del Aviation Herald, con los incidentes registrados en los últimos cinco años. «A partir de la primavera de 2021, se observa un aumento notable», informa el sitio de Reitschuster. Por cierto, hay indicios de que los miembros del FEM también tomaron en cuenta esta lista: se dice que buscaron explícitamente pilotos «no vacunados» para los jets privados que iban a llevarles a la reunión anual del FEM en Davos.